He participado en varias catas de libros y recomiendo la experiencia ampliamente. Es una oportunidad de descubrir nuevas lecturas en un ambiente relajado y cercano.
En las catas no sólo he descubierto a nuevos autores, sino que también he revisitado a viejos conocidos, me he vuelto a enamorar de sus escritos y los he podido disfrutar desde nuevas perspectivas; porque cada catador ofrece vistazos de su biblioteca personal, esa que lo define, lo acompaña y, muchas veces, lo consuela. En ese sentido, veo a las catas como un acto de generosidad y apertura.
En cada sesión se propone un tema: el amor, la luna, la soledad, los viajes… Se comparten no sólo lecturas, sino también vino, algún tentempié y buenas risas. Cada sesión tiene su magia y lo mejor de todo es que, al terminar, vuelves a casa con la promesa de nuevas y maravillosas lecturas.