¿Pero esto no es un club de lectura con otro nombre? Esta es una de las preguntas más frecuentes con las que me topo cuando cuento que me dedico a organizar Catas de Libros. Esta confusión es comprensible; al fin de cuentas las Catas de Libros son una nueva especie en el mundo de los libros.
Pero aunque ambas actividades giran en torno a los libros, las Catas de Libros son un concepto y una experiencia totalmente diferentes que los tradicionales clubes de lectura.
En los clubes de lectura, cada uno de los participantes lee de antemano el mismo texto por su cuenta – generalmente una novela; a veces un cuento largo – y en la reunión los lectores comentan y debaten sobre ese texto que cada uno ha leído previamente. Esta dinámica hace de los Clubes de Lectura una experiencia eminentemente intelectual: los participantes analizan juntos un libro e intercambian ideas sobre su contenido, estilo, etc. A veces ese análisis colectivo de un libro deriva en debates más generales sobre un tema del libro. Por ejemplo, un club de lectura sobre “Matar a un ruiseñor’ al que asistí hace un par de años, terminó en un debate interesante sobre las diferencias del racismo en Estados Unidos y Europa.
Por el contrario, una Cata de Libros es una actividad en la que cada participante lee en voz alta un cuento corto, una poesía, un párrafo de una novela que sea divertido, sugestivo o curioso, al tiempo que todos disfrutan de un perfecto maridaje: un buen vino, ricas tapas y deliciosas palabras. Los asistentes a una Cata pueden traer un texto que les haya gustado, o escoger alguno de los textos que nosotros traemos en nuestra cesta de textos sorpresa, para compartirlo con los demás participantes a la Cata. Como bien lo definió Julieta Lionetti en un artículo sobre nuestras Catas de Libros, “no se trata de hablar de los libros y despiezarlos sino de dejar que los libros nos hablen”
Por ejemplo, en algunas Catas de Libros sobre el amor que organicé en bodas – en las que le pedí a los invitados a la boda que traigan textos sobre el amor para leérselo a los novios – las Catas tomaron un cariz muy emotivo, como se reflejan, por ejemplo en el testimonio de una novia sobre la Cata de Libros que organicé en la celebración de su boda en la campiña francesa o el de un asistente a otra Cata que organicé en una boda en una bodega en Chile.
Por el contrario, otras Catas que organizamos tienen un tono más lúdico y sensual, como la Cata de Libros y Aromas, que organizamos en el Mercado de San Antón, coincidiendo con la Noche de los Libros, en la que se pidió a los asistentes traer una poesía o cuento sobre el aroma de una fruta o especia aromática, junto a la fruta o la especial referida en texto; y antes de leer un texto sobre limón o el romero, por ejemplo, pasaban la fruta o el condimento para que los demás participantes los olieran con los ojos vendados. También varias Catas sobre literatura erótica que organizamos en Los Placeres de Lola, una tienda muy coqueta de juegos eróticos, (¡maridadas con cava y frutas afrodisíacas y chocolate!), adoptan un tono lúdico, sensual y hasta desenfadado, como podéis ver en estas fotos.
Un aspecto importante que contribuye al carácter lúdico y sensual de las Catas de Libros es el hecho de intentar siempre ‘maridar’ el tema de la Cata con el espacio donde se lleva a cabo y con su aspecto gastronómico. Así, ya hemos celebrado Catas en espacios de lo más variopintos:
- Una Cata de literatura japonesa, maridada con una selección de tés japoneses en una tienda gourmet de tés
- Una Cata sobre la codicia, la ambición y otros vicios rapaces en una bóveda de un banco, con sus de cajas de seguridad, reconvertida hoy en un bar con un punto chic-vintage
- Una Cata sobre música en el cumpleaños de una musicóloga
- Una Cata sobre el amor y el desamor en un jardín escondido de Madrid
- Una Cata sobre las ciudades en La Ciudad Invisible (un café/librería sobre viajes)
Con estos ingredientes, las Catas de Libros pretenden sacar a los libros del ‘armario intelectual’, permitiendo que cualquier persona pueda compartir con otros el placer de la lectura, sin sentirse intimidados por ese halo intelectual que mucha gente percibe en las tertulias literarias o los clubes de lectura.
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